Las tres piedras de cuarzo, desde la carretera N-120 |
Desde la carretera nacional 120, que
atraviesa la comarca de Valdeorras, se pueden ver tres piedras
blancas sobre Valencia do Sil. Están situadas en el lugar conocido
como O Castro, en la parte alta del pueblo. Y destacan especialmente
porque son de cuarzo, cuando la mayoría de las piedras del entorno
son negras, de pizarra. Las tres rocas son, según la leyenda, tres
pastoras o tres costureras, que se atrevieron a desafiar a grandes
señores que, como castigo, las convirtieron en piedra.
Este relato es uno de los clásicos, ya
que se encuentra en el libro “Las leyendas tradicionales gallegas”,
de Leandro Carré Alvarellos.
Par conocer la localización exacta y
saber de primera mano cómo es el relato, que ha llegado a nuestros
días a través de la tradición oral, preguntamos a todo un experto
en la historia, la arqueología y la naturaleza de la comarca de
Valdeorras: José Fernández Pérez. Este hombre, que posee un museo
etnográfico y de minerales en su propia casa, recogió esta leyenda
de boca de una vecina de Valencia do Sil, que contaba entonces con
100 años de edad.
“El caballero Roldán iba
persiguiendo a un venado herido por la ladera del monte, por la zona
de Vilanuide”, comienza narrando José Fernández Pérez, y
prosigue: “Había tres pastoras con ovejas y Roldán las vio tan
hermosas que quiso cautivarlas, pero ellas no quisieron. A cambio le
pidieron un imposible, que en el pueblo de ellas, Puxades (que era
muy seco y en la actualidad no existe), tuviese agua”. “Si eres
capaz de traer agua a nuestro pueblo, nosotros nos sacrificamos y
marchamos contigo”, le dijeron las pastoras al caballero.
“Aquella noche, el caballero Roldán
cogió su espada y cortó un canal. Al día siguiente pasaba agua
abundante por al lado de las casas y la gente del pueblo comenzó a
gritar: 'Neniñas de Puxades, venid a beber agua del río Xares'”.
Al darse cuenta del prodigio, las tres
mozas dijeron: “Estamos perdidas. Él cumplió la palabra y
nosotras tenemos que cumplirla también”. Entonces decidieron
escapar. “Corrieron por la ladera del río Sil hacia arriba, tenían
que pasar del otro lado del río para huir de Roldán y un barquero
las ayudó a atravesar el cauce. Llegaron a la otra orilla y subieron
por O Castro”, continúa narrando Fernández Pérez.
José Fernández Pérez, en su casa de Vilamartín de Valdeorras |
“Roldán llegó al pueblo y no las
encontró. Montó en su caballo y fue detrás de ellas. A la altura
del Campo de San Roque se encontró con unos peregrinos, que les
dijeron que las habían visto en San Miguel de Outeiro cuando
llamaban por el barquero”.
“El caballero puso la espada junto al
río, se abrieron las aguas y pasó en seco con su caballo. Cuando
llegó arriba, se encontró que las tres mozas estaban escondidas
debajo de una roca negra, de pizarra, y tomó su espada en la mano y
dijo: 'por no cumplir lo que prometisteis, quedáis hechizadas,
convertidas en tres piedras blancas', piedras que aun se pueden ver
hoy en día.
Y la impronta de Roldán no quedó solo
en ese encantamiento. La leyenda recuerda otros prodigios: “Subió
a una piedra con su caballo, que entonces era también de pizarra y
ahora no, y dio un salto de alrededor de un kilómetro, llegando a
Pedrasaez, no concello de A Rúa, y dejó las pisadas del corcel
marcadas en la roca”.
Roldán y su espada prodigiosa
El caballero Roldán es protagonista de
multitud de leyendas, especialmente en el norte de la Península
Ibérica. La historia lo sitúa como uno de los doce pares de
Francia, sobrino de Carlomagno y protagonista de numerosas batallas
contra los musulmanes. Precisamente murió en una contienda en
Roncesvalles, en el año778. Pero las leyendas enaltecen su figura y
le hacen protagonista de innumerables prodigios. Por ejemplo, de la
apertura del paso de los Pirineos conocido como la Brecha de Roldán,
que el caballero abrió con su espada. Y es que Durandarte, así se
llamaba su arma preferida, estaba “cargada” con varias reliquias
de santos, lo que la hacía tremendamente poderosa. Así, tenía un
diente de San Pedro, sangre de San Basilio, cabellos de San Dionisio
y un trozo de manto de Santa María. La espada de Roldán,
coprotagonista de esta historia, habría sido lanzada al lago de
Carucedo, según una leyenda, lago que no queda demasiado lejos de
Valdeorras.
La versión de Carré Alvarellos
Como suele ocurrir en numerosas
leyendas, hay versiones para todos los gustos. La que recoge el
escritor coruñés tiene también como protagonista al caballero
Roldán, aunque en este caso el
personaje viene a salvar a tres princesas, que estaban presas de los
“mouros”. Como sus tropas no podían cruzar el Sil, el caballero
dio un enorme salto con su caballo para cruzar el río. Pero antes de
que pudiera rescatar a las princesas, las convirtieron en las piedras
que hoy se pueden ver en O Castro. El autor coruñés relata esta
historia, tras oírla de boca de un anciano de O Barco, que a su vez
la había escuchado en un cantar de feria.
Asimismo,
según nos indicó José Fernández Pérez, hay distintas versiones
de esta leyenda en localidades próximas, como Quiroga y O Bolo. A
veces son costureras, otras princesas y en ocasiones pastoras. Pero a
veces, solo a veces, las leyendas parecen esconder hechos reales. Así
nos lo indicaba José Fernández Pérez: “la leyenda habla
de pisadas de caballo en la roca, y en Valencia hay petroglifos de la
edad de Bronce. Y en donde se habría posado el caballo, en
Pedrasaez, también. Donde están las tres mozas convertidas en
piedras blancas hay un castro. Sabemos que los castrexos adoraban a
la naturaleza. La simbología de las piedras blancas y nobles, en
terrenos en donde nos las hay, que todas son negras, llaman la
atención y son dignas de devoción. Puxades, el pueblo de las
costureras, tiene un castro también y hay un canal de agua de
minería, que viene desde 20 o 30 kilómetros, de la época romana.
La leyenda también habla de peregrinos, o sea que el camino de
invierno no es una invención de la actualidad, sino que los
peregrinos pasaban por aquí desde mucho antes de la Edad Media”.
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