Visitamos el entorno del Monte do
Gozo, lugar emblemático para los peregrinos que se dirigen a
Santiago por el Camino Francés. Este enclave debe su nombre a la
alegría de los viajeros que se dirigían a la ciudad y veían desde
allí, por primera vez, la urbe y la catedral.
Nuestra visita está dirigida a un
austero templo dedicado a San Marcos y que tiene sus orígenes en un
antiguo oratorio para los peregrinos dedicado a la Santa Cruz, hasta
el que se realizaba una procesión el día de San Marcos, allá por
el año 1100. En todo caso, la capilla que se puede ver hoy en día
es fruto de una importante remodelación que se realizó con motivo
del año santo de 1965.
Pero la presencia de este templo en la
recta final del camino de Santiago y su construcción por una
leyenda.
Dicen que el propio San Marcos estaba
realizando el camino a Compostela, cuando le rebasó un peregrino que
llevaba en su cayado numerosas sandalias usadas. Comenzó a contarle
al santo los numerosos lugares que conoció en su peregrinaje desde
Alemania. Viendo sus conocimientos, San Marcos le preguntó si
faltaba mucho para llegar a Santiago, a lo que el extraño contestó
que estaba tan lejos, que haría falta gastar otras tantas sandalias
como las que llevaba para llegar a destino. El santo, desanimado,
desistió de su peregrinación y, antes de regresar por donde había venido, construyó la
ermita que se encuentra en el lugar.
Ofrendas de piedras y otros objetos junto al monumento |
El extraño acompañante, no es
necesario afirmarlo, era el mismísimo demonio, que logró confundir
a San Marcos y hacerlo desistir de su viaje cuando solo faltaban
cinco kilómetros. Antes de regresar, el santo habría construido el
pequeño templo, con la puerta hacia el Este, contrariamente a las de
su época. De todos modos, en la cara Oeste existe una entrada
tapiada.
En otras versiones, el peregrino no era
el maligno, sino un aventajado que quería llegar primero a este
enclave, ya que el que divisase primero la ciudad era considerado
“rey” del grupo.
“Humilladero”
En este entorno se cree que estuvo
situado un gran “humilladero” o “milladoiro”, lugar donde los
peregrinos depositaban una piedra. Se cree que tenía una gran cruz
en la cima y la ofrenda permitía a los caminantes lograr cien días
de perdón.
Desde 1993 existe en el entorno un
monumento de acero y piedra en el que numerosos peregrinos depositan
calzado y diferentes objetos personales.
Este enclave también fue escenario de
una leyenda narrada en el Códice Calixtino. Corría el año 1080,
cuando una veintena de caballeros de Lorraine se dirigían a
Compostela, prometiéndose protección mutua ante las adversidades
del camino. Sin embargo, uno de los peregrinos cayó enfermo en los
Pirineos y el grupo lo abandonó allí. Solo quedo uno de los
caballeros con él, hasta que el doliente falleció. En ese momento,
el Apóstol los transportó al Monte do Gozo y le pidió al
superviviente que explicara a sus compañeros la inutilidad de su
peregrinar.
En todo caso, apoyado por esta y otras
muchas historias, este enclave se convirtió en el medievo en un
lugar con fuerte carga simbólica. Tanto, que muchos peregrinos
realizaban los últimos cinco kilómetros de recorrido descalzos.
Cómo llegar
En la carretera que va desde Santiago a Lavacolla, a 1,9 kilómetros de la rotonda hay un desvío a la derecha. Se recorren 110 metros y se gira nuevamente a la derecha. A unos 500 metros está la ermita.
42º 53,372'
-8º 29.668'
Estas leyendas forman parte de mi libro COMPOSTELA MÁGICA
El demonio tiene su propio lecho en Galicia:
87. Compostela, la sombra del peregrino
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