Junto a la iglesia de San Martiño, en
A Gudiña, hay una pequeña plaza con una imagen del beato Sebastián
de Aparicio, un vecino de la localidad que emigró a México en el
lejano siglo XVI. Precisamente es un colectivo de empresarios de la
ciudad azteca de Puebla el que donó la escultura, cuando en el año
2000 se realizó un hermanamiento entre ambos pueblos. Y es que
Sebastián de Aparicio es venerado en el país americano como el
patrono de los automóviles y transportes terrestres y en su nombre
se bendicen coches, como aquí se realiza con San Cristóbal.
Sebastián de Aparicio nació en la
localidad ourensana en el año 1502 y vivió casi un siglo, hasta que
exhaló su último aliento el 25 de febrero de 1600.
Su relación con los caminos y los
transportistas es que durante sus primeros años en México diseñó
unas carretas inspiradas en las que utilizaba en su pueblo natal para
que los indios no tuviesen que llevar cargas pesadas al hombro, como
era costumbre. Así, con una ayuda de un carpintero construyó carros
y obtuvo permiso para la construcción y la mejora de caminos por
los que pudieran transitar sus vehículos.
Tras una vida económicamente holgada y
haber enviudado dos veces, en 1575 se hizo fraile franciscano.
Cuerpo incorrupto
Foto flickr |
Tras su fallecimiento, el cuerpo de
Sebastián de Aparicio se mantiene incorrupto y se puede contemplar
en la iglesia de San Francisco, protegido por una urna de cristal.
Pero, siempre fue considerado un santo. De hecho, a su cuerpo le
faltan algunas partes, porque en la antigüedad los devotos se
llevaban algunas partes como reliquia.
En todo caso, es considerado como beato
desde 1789, cuando el Vaticano atribuyó -por su intercesión- la
curación de un niño que padecía cáncer. El proceso de
beatificación contó con el testimonio de 568 personas y se le
atribuyeron 968 milagros. En estos momentos hay un proceso abierto
para canonizarlo, es decir, para declararlo santo.
Los domingos por la mañana se realiza
en Puebla la bendición de automóviles en su nombre.
Curado por una loba
Como todos los santos (beato en este
caso) Sebastián de Aparicio cuenta con algún episodio
'sobrenatural' en su historia. Así, cuentan que cuando aun vivía en
Ourense padeció peste bubónica, por lo que fue obligado a vivir en
una choza para no contagiar la enfermedad. En una ocasión fue
mordido por una loba y, con la hemorragia, se curó de la enfermedad.
No es el único santo oriundo de A
Gudiña. San Francisco Blanco (Tameirón, 1570) fue martirizado en
Japón, por lo que posteriormente fue proclamado santo. Su cráneo se
guarda como reliquia en Outarelo (Ourense) y se lleva en la procesión
que se realiza cada 5 de enero.
Esta entrada es un resumen de uno de los capítulos de "50 lugares sagrados de Galicia"
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