viernes

102. San Marcos, donde el demonio engañó al santo

Visitamos el entorno del Monte do Gozo, lugar emblemático para los peregrinos que se dirigen a Santiago por el Camino Francés. Este enclave debe su nombre a la alegría de los viajeros que se dirigían a la ciudad y veían desde allí, por primera vez, la urbe y la catedral.
Nuestra visita está dirigida a un austero templo dedicado a San Marcos y que tiene sus orígenes en un antiguo oratorio para los peregrinos dedicado a la Santa Cruz, hasta el que se realizaba una procesión el día de San Marcos, allá por el año 1100. En todo caso, la capilla que se puede ver hoy en día es fruto de una importante remodelación que se realizó con motivo del año santo de 1965.
Pero la presencia de este templo en la recta final del camino de Santiago y su construcción por una leyenda.
Dicen que el propio San Marcos estaba realizando el camino a Compostela, cuando le rebasó un peregrino que llevaba en su cayado numerosas sandalias usadas. Comenzó a contarle al santo los numerosos lugares que conoció en su peregrinaje desde Alemania. Viendo sus conocimientos, San Marcos le preguntó si faltaba mucho para llegar a Santiago, a lo que el extraño contestó que estaba tan lejos, que haría falta gastar otras tantas sandalias como las que llevaba para llegar a destino. El santo, desanimado, desistió de su peregrinación y, antes de regresar por donde había venido, construyó la ermita que se encuentra en el lugar. 
Ofrendas de piedras y otros objetos junto al monumento
El extraño acompañante, no es necesario afirmarlo, era el mismísimo demonio, que logró confundir a San Marcos y hacerlo desistir de su viaje cuando solo faltaban cinco kilómetros. Antes de regresar, el santo habría construido el pequeño templo, con la puerta hacia el Este, contrariamente a las de su época. De todos modos, en la cara Oeste existe una entrada tapiada.
En otras versiones, el peregrino no era el maligno, sino un aventajado que quería llegar primero a este enclave, ya que el que divisase primero la ciudad era considerado “rey” del grupo.

“Humilladero”
En este entorno se cree que estuvo situado un gran “humilladero” o “milladoiro”, lugar donde los peregrinos depositaban una piedra. Se cree que tenía una gran cruz en la cima y la ofrenda permitía a los caminantes lograr cien días de perdón.
Desde 1993 existe en el entorno un monumento de acero y piedra en el que numerosos peregrinos depositan calzado y diferentes objetos personales.
Este enclave también fue escenario de una leyenda narrada en el Códice Calixtino. Corría el año 1080, cuando una veintena de caballeros de Lorraine se dirigían a Compostela, prometiéndose protección mutua ante las adversidades del camino. Sin embargo, uno de los peregrinos cayó enfermo en los Pirineos y el grupo lo abandonó allí. Solo quedo uno de los caballeros con él, hasta que el doliente falleció. En ese momento, el Apóstol los transportó al Monte do Gozo y le pidió al superviviente que explicara a sus compañeros la inutilidad de su peregrinar.
En todo caso, apoyado por esta y otras muchas historias, este enclave se convirtió en el medievo en un lugar con fuerte carga simbólica. Tanto, que muchos peregrinos realizaban los últimos cinco kilómetros de recorrido descalzos.

Cómo llegar
En la carretera que va desde Santiago a Lavacolla, a 1,9 kilómetros de la rotonda hay un desvío a la derecha. Se recorren 110 metros y se gira nuevamente a la derecha. A unos 500 metros está la ermita.

42º 53,372'
-8º 29.668'

Estas leyendas forman parte de mi libro COMPOSTELA MÁGICA

El demonio tiene su propio lecho en Galicia:
87. Compostela, la sombra del peregrino

lunes

101. A Gudiña, un “San Cristóbal” gallego en México

Junto a la iglesia de San Martiño, en A Gudiña, hay una pequeña plaza con una imagen del beato Sebastián de Aparicio, un vecino de la localidad que emigró a México en el lejano siglo XVI. Precisamente es un colectivo de empresarios de la ciudad azteca de Puebla el que donó la escultura, cuando en el año 2000 se realizó un hermanamiento entre ambos pueblos. Y es que Sebastián de Aparicio es venerado en el país americano como el patrono de los automóviles y transportes terrestres y en su nombre se bendicen coches, como aquí se realiza con San Cristóbal.
Sebastián de Aparicio nació en la localidad ourensana en el año 1502 y vivió casi un siglo, hasta que exhaló su último aliento el 25 de febrero de 1600.
Su relación con los caminos y los transportistas es que durante sus primeros años en México diseñó unas carretas inspiradas en las que utilizaba en su pueblo natal para que los indios no tuviesen que llevar cargas pesadas al hombro, como era costumbre. Así, con una ayuda de un carpintero construyó carros y obtuvo permiso para la construcción y la mejora de caminos por los que pudieran transitar sus vehículos.
Tras una vida económicamente holgada y haber enviudado dos veces, en 1575 se hizo fraile franciscano.

Cuerpo incorrupto

Foto flickr
Tras su fallecimiento, el cuerpo de Sebastián de Aparicio se mantiene incorrupto y se puede contemplar en la iglesia de San Francisco, protegido por una urna de cristal. Pero, siempre fue considerado un santo. De hecho, a su cuerpo le faltan algunas partes, porque en la antigüedad los devotos se llevaban algunas partes como reliquia.
En todo caso, es considerado como beato desde 1789, cuando el Vaticano atribuyó -por su intercesión- la curación de un niño que padecía cáncer. El proceso de beatificación contó con el testimonio de 568 personas y se le atribuyeron 968 milagros. En estos momentos hay un proceso abierto para canonizarlo, es decir, para declararlo santo.
Los domingos por la mañana se realiza en Puebla la bendición de automóviles en su nombre.

Curado por una loba

Como todos los santos (beato en este caso) Sebastián de Aparicio cuenta con algún episodio 'sobrenatural' en su historia. Así, cuentan que cuando aun vivía en Ourense padeció peste bubónica, por lo que fue obligado a vivir en una choza para no contagiar la enfermedad. En una ocasión fue mordido por una loba y, con la hemorragia, se curó de la enfermedad.

No es el único santo oriundo de A Gudiña. San Francisco Blanco (Tameirón, 1570) fue martirizado en Japón, por lo que posteriormente fue proclamado santo. Su cráneo se guarda como reliquia en Outarelo (Ourense) y se lleva en la procesión que se realiza cada 5 de enero.

Esta entrada es un resumen de uno de los capítulos de "50 lugares sagrados de Galicia"


42°03'38.9"N 7°08'25.4"W

42.060796, -7.140388