domingo

105. Facho de Donón, el santuario del dios Berobreo


La primera vez que subí al Facho de Donón comprendí porqué nuestros antepasados creían que en ese enclave moraba un dios. Y es que desde lo alto, donde se encontraba el santuario del dios Berobreo es uno de los lugares más bonitos de Galicia. Yo lo tengo entre mis preferidos. Puedes girar 360 grados y ver Cabo Udra, la desembocadura de la ría de Pontevedra, el archipiélago de Ons, mar abierto, las islas Cíes y toda la costa sur de la ría de Vigo, hasta Monteferro. Pero traemos este lugar a este blog porque en lo alto del Facho se encuentra el santuario galaico-romano con mayor número de exvotos de la Península Ibérica. Nada menos que 174 se han encontrado aquí, de diferentes tamaños y con distintas inscripciones. La mayoría de ellas hace mención a “DEO LARI BEROBREO” y, en algunas de ellas se puede leer la inscripción “PRO SALUTE”. Son aras votivas de piedra, similares a las funerarias, que pedían salud a este dios lar, que tuvo por lo visto un culto que se extendía más allá del ámbito familiar. Además de los exvotos, en el santuario se encontraron otros objetos que podrían ser parte de ofrendas, como trozos de ánforas o de vidrio. Las dataciones sitúan el culto entre los siglos III y IV, cuando en el imperio romano ya había llegado el cristianismo.
Sobre quién era Berobreo, poco se sabe. Sería un dios familiar que habitaba en las alturas y, a tenor de las inscripciones, se deduce que era una deidad que habitaba en las alturas. El culto a Berobreo se cristianizó después hacia San Andrés en esta zona.
Las aras encontradas en este espacio se encuentran guardadas en los museos de Pontevedra y Vigo.
Las excavaciones en este enclave arrojaron otros datos de interés. Y es que el Facho comenzó a poblarse en el siglo IX antes de Cristo y estuvo habitado hasta el siglo I de nuestra era. Así, se pueden observar los restos de algunos de los recintos que formaban el castro de Beróbriga, con construcciones redondas, ovales y rectangulares. El castro fue deshabitado en tiempos de Augusto, pero siglos después fue “reciclado” como lugar de culto para el dios Berobreo.
En el entorno, además de las antiguas construcciones, llama la atención una garita militar de observación relativamente moderna, que data del siglo XVIII.
Si no lo conocéis, tenéis que visitarlo. Es uno de los rincones secretos de la Galicia mágica.
 Para subir al facho hay que dejar el coche en el aparcamiento habilitado y subir a pie por un camino hasta lo alto del monte.

42°16'34.5"N 8°51'38.2"O

Esta entrada es un resumen de uno de los capítulos de "50 lugares sagrados de Galicia"


Cerca de aquí puedes ver:
95. Aldán, la cama del demonio


miércoles

104. San Paio y el tesoro de San Francisco de Asís

Tumba de Cotolay
Desde que el actual papa adoptó el nombre de Francisco se ha vuelto a hablar de la supuesta peregrinación del santo de Asís a Compostela, cuestión de la que solo hablan las leyendas, siempre envueltas en hechos fantásticos. En “50 lugares mágicos de Galicia” dediqué un capítulo a la historia de Cotolay, carbonero compostelano que acogió al santo italiano durante su estancia en Santiago, cuya tumba se encuentra en la entrada del monasterio de San Francisco, no muy lejos de la catedral.
Cotolay habría sido el fundador del cenobio por petición del santo, que había tenido un sueño que propició la instalación de la orden en Santiago de Compostela. Y se hizo en terrenos que pertenecían a San Martiño Pinario, con los que negoció una extensión equivalente a la piel de un buey, que el habilidoso carbonero cortó en tiras finas para agrandar la superficie. Seguro que les suena esta historia porque -con matices- está presente en numerosas leyendas fundacionales. La negociación con los propietarios de los terrenos incluyó también el pago de un tributo en truchas, que se realizó hasta hace más de un siglo.
Pero lo más curioso de toda esta historia fue la financiación. Y es que el propio santo de Asís le dijo a Cotolay dónde se encontraba un tesoro con el que, finalmente, se pagó la edificación.

San Paio do Monte

Visitar el convento de San Francisco y la tumba de Cotolay, no muy lejos de la Praza do Obradoiro, es hacer una parada en uno de los enclaves legendarios de la capital compostelana. Para completar la visita relacionada con esta leyenda se puede visitar el barrio donde vivió Cotolay y donde se encuentra la fuente del tesoro. Partiendo desde el Hotel Monumento San Francisco, donde está la tumba del carbonero, hay que bajar la Costa de San Francisco y luego girar a la derecha por la Rúa Entrerríos. Continuamos por la calle Campo de Santa Isabel, atravesamos el río Sarela y continuamos subiendo por este vial, que cambia de nombre a Casas Novas, hasta llegar a la calle Empedrado. Allí es. La referencia es la capilla de San Paio do Monte. Dice la tradición que la casa del carbonero se encontraba en este barrio. La fuente, y si queda algo del tesoro, están cerca.
La iglesia es románica, del siglo XII, aunque reedificada en el XVIII. El templo, de planta rectangular, es muy austero, tanto en su construcción como en la ornamentación interior.

Coordenadas:
42º 053' 14.6” -8º 033' 19.7”

Estas leyendas forman parte de mi libro COMPOSTELA MÁGICA

En Santiago puedes ver también:
87. Compostela, la sombra del peregrino

jueves

103. Valencia do Sil, las costureras convertidas en piedra

Las tres piedras de cuarzo, desde la carretera N-120
Desde la carretera nacional 120, que atraviesa la comarca de Valdeorras, se pueden ver tres piedras blancas sobre Valencia do Sil. Están situadas en el lugar conocido como O Castro, en la parte alta del pueblo. Y destacan especialmente porque son de cuarzo, cuando la mayoría de las piedras del entorno son negras, de pizarra. Las tres rocas son, según la leyenda, tres pastoras o tres costureras, que se atrevieron a desafiar a grandes señores que, como castigo, las convirtieron en piedra.
Este relato es uno de los clásicos, ya que se encuentra en el libro “Las leyendas tradicionales gallegas”, de Leandro Carré Alvarellos.
Par conocer la localización exacta y saber de primera mano cómo es el relato, que ha llegado a nuestros días a través de la tradición oral, preguntamos a todo un experto en la historia, la arqueología y la naturaleza de la comarca de Valdeorras: José Fernández Pérez. Este hombre, que posee un museo etnográfico y de minerales en su propia casa, recogió esta leyenda de boca de una vecina de Valencia do Sil, que contaba entonces con 100 años de edad.
“El caballero Roldán iba persiguiendo a un venado herido por la ladera del monte, por la zona de Vilanuide”, comienza narrando José Fernández Pérez, y prosigue: “Había tres pastoras con ovejas y Roldán las vio tan hermosas que quiso cautivarlas, pero ellas no quisieron. A cambio le pidieron un imposible, que en el pueblo de ellas, Puxades (que era muy seco y en la actualidad no existe), tuviese agua”. “Si eres capaz de traer agua a nuestro pueblo, nosotros nos sacrificamos y marchamos contigo”, le dijeron las pastoras al caballero.
“Aquella noche, el caballero Roldán cogió su espada y cortó un canal. Al día siguiente pasaba agua abundante por al lado de las casas y la gente del pueblo comenzó a gritar: 'Neniñas de Puxades, venid a beber agua del río Xares'”.
Al darse cuenta del prodigio, las tres mozas dijeron: “Estamos perdidas. Él cumplió la palabra y nosotras tenemos que cumplirla también”. Entonces decidieron escapar. “Corrieron por la ladera del río Sil hacia arriba, tenían que pasar del otro lado del río para huir de Roldán y un barquero las ayudó a atravesar el cauce. Llegaron a la otra orilla y subieron por O Castro”, continúa narrando Fernández Pérez.
José Fernández Pérez, en su casa de Vilamartín de Valdeorras
“Roldán llegó al pueblo y no las encontró. Montó en su caballo y fue detrás de ellas. A la altura del Campo de San Roque se encontró con unos peregrinos, que les dijeron que las habían visto en San Miguel de Outeiro cuando llamaban por el barquero”.
“El caballero puso la espada junto al río, se abrieron las aguas y pasó en seco con su caballo. Cuando llegó arriba, se encontró que las tres mozas estaban escondidas debajo de una roca negra, de pizarra, y tomó su espada en la mano y dijo: 'por no cumplir lo que prometisteis, quedáis hechizadas, convertidas en tres piedras blancas', piedras que aun se pueden ver hoy en día.
Y la impronta de Roldán no quedó solo en ese encantamiento. La leyenda recuerda otros prodigios: “Subió a una piedra con su caballo, que entonces era también de pizarra y ahora no, y dio un salto de alrededor de un kilómetro, llegando a Pedrasaez, no concello de A Rúa, y dejó las pisadas del corcel marcadas en la roca”.

Roldán y su espada prodigiosa
El caballero Roldán es protagonista de multitud de leyendas, especialmente en el norte de la Península Ibérica. La historia lo sitúa como uno de los doce pares de Francia, sobrino de Carlomagno y protagonista de numerosas batallas contra los musulmanes. Precisamente murió en una contienda en Roncesvalles, en el año778. Pero las leyendas enaltecen su figura y le hacen protagonista de innumerables prodigios. Por ejemplo, de la apertura del paso de los Pirineos conocido como la Brecha de Roldán, que el caballero abrió con su espada. Y es que Durandarte, así se llamaba su arma preferida, estaba “cargada” con varias reliquias de santos, lo que la hacía tremendamente poderosa. Así, tenía un diente de San Pedro, sangre de San Basilio, cabellos de San Dionisio y un trozo de manto de Santa María. La espada de Roldán, coprotagonista de esta historia, habría sido lanzada al lago de Carucedo, según una leyenda, lago que no queda demasiado lejos de Valdeorras.

La versión de Carré Alvarellos
Como suele ocurrir en numerosas leyendas, hay versiones para todos los gustos. La que recoge el escritor coruñés tiene también como protagonista al caballero Roldán, aunque en este caso el personaje viene a salvar a tres princesas, que estaban presas de los “mouros”. Como sus tropas no podían cruzar el Sil, el caballero dio un enorme salto con su caballo para cruzar el río. Pero antes de que pudiera rescatar a las princesas, las convirtieron en las piedras que hoy se pueden ver en O Castro. El autor coruñés relata esta historia, tras oírla de boca de un anciano de O Barco, que a su vez la había escuchado en un cantar de feria.
Asimismo, según nos indicó José Fernández Pérez, hay distintas versiones de esta leyenda en localidades próximas, como Quiroga y O Bolo. A veces son costureras, otras princesas y en ocasiones pastoras. Pero a veces, solo a veces, las leyendas parecen esconder hechos reales. Así nos lo indicaba José Fernández Pérez: “la leyenda habla de pisadas de caballo en la roca, y en Valencia hay petroglifos de la edad de Bronce. Y en donde se habría posado el caballo, en Pedrasaez, también. Donde están las tres mozas convertidas en piedras blancas hay un castro. Sabemos que los castrexos adoraban a la naturaleza. La simbología de las piedras blancas y nobles, en terrenos en donde nos las hay, que todas son negras, llaman la atención y son dignas de devoción. Puxades, el pueblo de las costureras, tiene un castro también y hay un canal de agua de minería, que viene desde 20 o 30 kilómetros, de la época romana. La leyenda también habla de peregrinos, o sea que el camino de invierno no es una invención de la actualidad, sino que los peregrinos pasaban por aquí desde mucho antes de la Edad Media”.

Se pueden ver desde aquí: